Amar a los pitidos de mis oídos mientras no la bulla de mis amigos entre vinos.
Amar a mis inconsistencias justo en los puntos que me quiero sentir mejor,
y también cuando no lo logro.
Amar al calor y al frio, para menos de esos reclamos insulsos a la naturaleza amada.
Amar a Marta… y a Lucia y a Zeneida y Flor y a Carol y a Marcela, para no estar buscando ideales.
Besar por igual a tu boca y a tu sobaco, a tu entraña y a tu maquillaje.
Odiar completamente a la muerte, para darle un poquito más de mérito al amar la vida.
Amar a la energía oscura y a la parte activa de mis células, a los electrones…
…sin saber para qué sirve eso, aun así.
Amar a la sangre que me tiene aquí y a los vectores que me tienen así.
Amar al ardor de mis ojos después de 12 horas de trabajo,
sin pensar en los centavos de más,
sin pensar en los minutos de menos,
amar lo hecho y lo perdido mientras tanto.
Amar lo oscuro mientras lo iluminado, y viceversa.
Amar por amar y nunca dejando de hacerlo.
Amar de frente y en reversa, de lado y de cabeza. Amar en lo ingratamente vivido.
Amar en el completo desconocimiento y al completo desconocido.
Amar estando solo, loco y desolado, amando sin ser amado.
Así suene a dulzón acorde de una noche de verano,
no queda más para vivir que seguir amando.
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