Y esas recurrentes intensas
ganas de salir corriendo, gritando o sonriendo y caer
arrodillados bajo la lluvia con las manos abiertas mirando hacia el cielo, y no precisamente por una tristeza o una alegría, sino simplemente por emociones sin asidero que no encuentran por donde aventarse, emociones de ser humano, o hasta de animal, podría decirse, pues carecen de raciocinio alguno, la diferencia solo la hace esa posibilidad de
gesticular y armar drama,