Empecé enamorándome perdidamente de una mujer especial, ella era
inigualable y, sobretodo, bella, muy bella.
La segunda vez que me enamoré perdidamente, supe que era amor verdadero, sin darme cuenta de lo anteriormente sentido.
La tercera vez que me enamoré involuntaria y ciegamente empecé a dudar del amor.
Sin embargo, todas las veces que me ocurrió, este no dejaba de ser
como mínimo una estela de felicidad inequívoca, alocada y a veces desmedida.
Decidí no pensar más en que después de lo segundo ello no era
amor, el día en que se me ocurrió que en cualquier momento de mi vida,
impremeditadamente se me podría aparecer el amor de mi vida.
"No sé porqué cada vez que pienso en ti se me vienen a la
cabeza todos los estados de la materia"