- Papá, ¿porqué sacas tierra todos los días?
- Es mi trabajo hijo.
- Pero… ¿no puedes conseguirte otro trabajo, siempre llegas muy sucio y cansado?
- Es mi trabajo hijito.
- Pero… es que no juegas conmigo tampoco. Y además tienes la cara muy roja del sol.
- Vale. –responde comprensivo el padre- Perdona nene, intentaré jugar contigo mas–lo acaricia-
- Siempre me dices lo mismo y después te cansas muy rápido y juegas muy poco rato conmigo –reprocha haciendo pucheros-
- Vale.-asiente cariñoso y lo acaricia- Tienes toda la razón.
- Papá. –pregunta- ¿porqué tienes que sacar tanta tierra todos los días?
- Es muy difícil de explicar hijo mío. Es por la playa.
- ¿Cómo así que por la playa, papá? ¡Ah!-Exclama intempestivamente el niño- ¡Hace mucho tiempo que no vamos a la playa!
- Ya sabes que es muy caro mi niño, solo podemos en invierno, y eso si es que encontramos plazas.
- Mamá dijo que íbamos a ir –reclama insatisfecho con la respuesta-
- Sí, eso ya lo veremos. No me comprometo mi amor, porque… Mira tú ya tienes 4 añitos y eres un niño grande, ¿verdad? –El niño asiente orgulloso con la cabeza- Pues entonces te lo voy a explicar:
Hace muchos años todas las costas del mundo tenían largas y hermosas playas que cuando hacía calor se ponían repletas de gente que llevaban unos vestidos de baño muy pequeños para poder tomar el sol. ¡Y no había que pagar nada! La gente podía ir a caminar a la playa con su perro en invierno, y en verano todos los niños jugaban con las olas y hacían castillos de arena inmensos, y se tapaban todo el cuerpo con la arena –explica emocionado- … y los escritores escribían lindas poesías y canciones escuchando las olas y mirando el horizonte. Pero después Dios, desde el cielo, se fue enfadando un poquito con las personas y hacia que cada vez hubiera más y más y más agua. Así el mar se ha ido tragando la arena y han ido desapareciendo la gran mayoría de las playas del planeta sin que nadie pueda hacer nada. De modo que las únicas playitas que quedan, el gobierno las reserva para los ricos y los turistas; por eso tu madre, tu y yo –dice tocando con el índice sus cabezas-, solo podemos visitarlas algunas veces. ¿Me entiendes? –el niño hizo un gesto con la cabeza de aceptación y cara de desilusión al mismo tiempo-.
Ahora yo, junto a muchos otros trabajadores, tengo que trabajar sacando mucha tierra del fondo del mar, porque hace falta el turismo para que podamos progresar todos -explicó con ímpetu. El papá acaricio con ternura la cara del niño que ya no preguntaba mas, dejó pasar un momento y le dijo: -Y otro día te explico que es el turismo, cariño; cuando seas más grande .