1 de julio de 2009

3r Concurs de Relats Curts TMB



Cada cinco minutos sale un dragón estreñido de su cueva. A lado y lado de la gruta, como siempre, unos de pie y otros sentados, pequeños seres insomnes le esperan acostumbrados al típico rumor que le precede y posterior estruendo de su aparición. Cada cinco minutos es un dragón. La leyenda dice que son varias bestias las que allí habitan, que se van turnando para abruptamente salir y dejar su desparpajo.
Yo digo que es el mismo. Yo no estoy absorto en mis pensamientos. Yo no soy tonto. He venido analizando fríamente sus incursiones, sus ruidos, su aspecto y hasta su semblante según la hora.
La gente que le mira vive engañada. Yo estoy convencido de que siempre es la misma bestia. Sus andares poderosos, esas manchas laterales, los ojos amarillentos que anuncian desde el negro fondo del túnel antes de su salida estruendosa, anticipándose con un miedoso vaho de viento, su rugir, su fuerza.

A veces dudo pensando que es distinto, pero es solo cuando sale más embarrado; el lodo le transforma un poco. Sin embargo al dar la cara estrepitosamente como siempre, cada cinco minutos hace algo de lo que esta gente adormecida no se entera. Creo que esta bestia es única y además está enferma. Les voy a explicar porque:
Aparece de repente y, allí mismo a la salida de la caverna, vomita montones de carne humana; al mismo tiempo vuelve y come otro tanto y después se larga.
Para mí que esta bestia es la misma y está gravemente enferma del estomago.


Relato corto participante en el concurso


Ales Gutiérres



Embebido


He perdido mi vista en las ruedas de la carreta que siempre impulsó mi vida;
terminando un poco pisoteada, mi vista.
Claudicando los ideales por exceso de tiempo, como todos los ideales.
Sembradas mis piernas de gravedad inefable; inefable es el peso del cuerpo.
Incrustando mi cabeza en somnolencia de amor, irreparablemente.
36 veces lloré un cumpleaños sin lágrimas y solo una vez las lágrimas fueron lloradas en si mismas, increpando al ruido de mi tenacidad.
Y este sonido pantanoso, melancólico y sublime del sendero me está dejando las entrañas embebidas de común y silvestre hombre.
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Eufonía

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No se hace la verdad con palabras como se hace un poema;
generoso ni austero
Queda la verdad como la espuma, la nata, el fondo, la mancha

Remarca, sobresale, perpetua

Como cuando te miro es la verdad, tu lo sabes;
no eres analfabeta en mi ojos;
como cuando te miro y siempre

No escuches lo que te digo;
divago, yerro, pierdo

No leas mis libros;
mi voz eufónica no sabe decirte la verdad.
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Dias


Un día cogeré mi vara de pescar, después de comer, caminaré hacia el lago de frente a mi casa, me sentaré a la orilla del muelle, enredaré una carnada en el anzuelo, lanzaré fuerte hacia adentro del embalse y me dedicaré a esperar que unos cuantos peces piquen, mientras tanto me relajaré esperando que me de hambre.
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Un día me despertaré tarde, mientras el sol entra por las ventanas de mi casita blanca levantando las cortinillas de lino. Me levantaré sin preocupación y, sin lavarme la boca, me pondré un café. Tomaré el platito con una mano y la taza con la otra y saldré a la terraza para apreciar la colina entera, el barrio blanco y el mediterráneo infinito, mientras la brisa desparpaje mi cabello cano.
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Un día abriré los ojos, suavemente, esperando que mi vista sea clara, miraré alrededor de la habitación, me encontraré con la luz de la ventana manchando diagonalmente la pared y pensaré: hoy es día de visitas. Y esperaré muy tranquilo que llegue mi hijo con las flores.
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Un día abriré los ojos, ya sin sobresalto, con el chasquido frecuente del palo sobre las rejas, me incorporaré realizando rápidamente unos cuantos ejercicios y me dispondré como cada día a realizar mis tareas obligatorias carcelarias.
Ales Gutiérres
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