Miro hacia el fondo pero al bullicio no lo escucho, solo le veo; no puedo escuchar a nadie, pienso. Estaciado estoy en un vacio de recuerdos del lugar, un extenso vacio.
El no está.
Salgo a tomar el aire y camino sin mas "puerta gate 1, puerta gate 2, puerta gate 3, puerta gate 4... no se donde terminar" Por primera vez la lluvia no significa nada para mi; y el falso, debil frio de Bogotá me enerva. Me sumerjo de nuevo en el gentio, vuelvo a trepar la misma escalera con mis pies inconsientes, y las demas.
El no está.
Se habia comido la ciudad toda entera, se la habia engullido; era suya, yacia despellejada dentro de su cuerpo; le puso el color y el tiempo, le puso sabor y...
...¡y ahora esta se ha desatado! ¡La maldita ciudad me monta baruyos de silencio insoportables; me intenta enseñar nuevos colores, tiempos y calles, diferentes de las que El adjudicó, lugares que me incomoda recorrer!
El se habia alimentado de esos espacios y formaban un todo, el todo de su estomago grande y generoso; el color de su piel y el horizonte, la grandeza y la pasion. Habia sido digerida toda la ciudad, antes de desatarse.
Ahora mientras espero mi ultimo avion, desde todas y ninguna salas de espera, dos horas de tránsito en el aeropuerto con un recuerdo omnipresente y omnipotente que no deseé, que nadie quizo... no deseo regurgitar_
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