23 de noviembre de 2010

El kilométrico


Ahora voy a probar lapiceros, tengo unos cuantos; mientras tanto a ver si reacciona la neurona 600. (el manuscrito se irá notando en varios tonos de tinta)
Ahora tengo en la mano uno muy pequeño y flaco que casi se me escapa de entre los dedos; por eso me lo pude robar de una papelería.
Ahora le toca  a uno azulito, muy bonito, como transparente. Acabo de notar que escribo muy poco, pues a casi todos los lapiceros les cuesta escribir, tienen la tinta reseca. Ni la “escuelera” técnica de rayar por debajo, en la goma de los zapatos, le hace salir un poco de tinta.
Ah, ahora tengo uno que pesa casi un kilo y dice: “Muebles Álvarez 08225 Barcelona”
El sexto es un boli anaranjado que escribe super suave, es el mejor. Lástima que lo que estoy haciendo es solo probar lapiceros, no escribir poemas, que es lo que quisiera esta tarde.
Ahora le toca  a este negro. Aunque vaciló como casi todos con la primera “A”, es un poco suave. De estos tengo varios; los famosos “VIC” de mi país. Aquí no hay “Kilométricos” (los lapiceros de toda la vida en Colombia)
Este es un lápiz de portaminas. Esto, por lo tanto, seguramente será lo primero en borrarse de estas notas con el paso del tiempo.
Ah! el rojo después del lápiz; vaya contrastes. Este será el más llamativo. Recuerdo que en la escuela usábamos “kilométrico rojo” para los títulos. En el colegio ya no.
A este le llamaré “el sumiso”. Casi no falló en la primera, la “A” y además de ser muy suave su cuerpo es del largo y grosor precisos, así como su peso.
Bueno, llega el final, les juro que sin querer le ha tocado a un hermoso lapicero en forma de lirio que tenía guardado; verde, rojo y amarillo; pero es curvo.
Ok. Aquí me queda el lápiz, terminaré de una manera elegante el escrito ya que estoy un poquito inspirado; mientras no se me caiga y se quiebre la punta.