14 de junio de 2013

3 tipos de cama inundada

He conocido varias camas inundadas, la primera en el ejército, les llamaban “las acuáticas”, tremenda sensación, parpadeando en el rem y 1 segundo inmediatamente después experimentando el frio bogotano de las 3 de la mañana en todo el cuerpo. Un balde de agua lanzado desde cualquier lugar, seguido de unas risillas ilocalizables. Aproximadamente 5 litros. El recluta, no del todo en vigilia, repasa de pie, en calzoncillos y temblando, la situación. Resultado: cobijas al 50% de humedad. El hiperdelgado colchón militar, humedad solo al 30%, gracias a la reacción inmediata del soldado. Caos moral.


Segunda cama inundada. En el pueblo que acostumbra oscuridad en momentos de sol, se acerca un día de remolino gigante, ha llegado, es inminente. Tomó en su mano torrencial tanto cosas pequeñas como grandes y las puso entre el cielo y la tierra a diferentes distancias, para dejarlas caer, o mejor, lanzarlas con furia. La cama ha quedado al descubierto llena de escombros, el colchón cayó a un lado, en un rincón, y se encuentra lleno de tierra y agua. Resultado: humedad y tierra al 100%. Caos y desolación.

Tercera cama, la de ella, inmaculada fémina, en apremiante sensación, a mi lado, literalmente en charcos de gozo y cascadas de pasión. La mía, una alucinación, un paisaje imborrable, la ilusión cumplida. Resultado de la palpitante faena: Sábanas 90% ensopadas, colchón 10% de humedad, es impermeable. Nada de caos.

Ales Gutiérres

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