¿Quién no
ha tenido esos momentos de rabia que piensas, por qué no fui yo?
¿Qué se
sentiría inventar la bombilla y luego ver como todo el mundo la usaba, no parar
de recibir pedidos e interminables ingresos económicos?
Algo
recuerdo de mis pretensiones de chico: Yo quería ser “sabio” y otras veces
quería ser “inventor” Hoy miro hacia todos lados cuando voy en el autobús y pienso ¿y ahora qué
más se podría inventar?
Ya todo
está hecho, parece. Como mucho se pueden inventar otras cosas basadas en unas
ya inventadas: una bombilla de menor consumo, un automóvil ecológico o una
nueva forma de hacer música. Incluso reinventarse a si mismo mira cuanto cuesta.
Déjenme
decirles amigos que “no todo está inventado” Las nuevas invenciones se ciernen
a diferentes escalas. La misma evolución del universo permitirá en un futuro
invenciones que ahora mismo no es posible dilucidar porque no concentran ninguna lógica. Por ejemplo la moda de andar
en la cabeza, que yo denominaría “heading”.
Ok, pero
antes que se desconcentren pensando en donde tengo yo mi cabeza y en algún tipo
de locura, sépase que, efectivamente, aun grandes cosas se pueden inventar.
Un ejemplo
reciente se llama Facebook, invención de un tal Mark Zuckerberg, una
tarde de verano cuando apenas pensaba que hacer con su carrera a punto de
culminar.
Los inventos chapalean sobre tres fases principales, la
imaginación, la implementación y la implantación. Y cada cual se ahoga o
sobresale en uno de los tres, pues rara vez se es genio en el trío.
Muchos grandes
inventos no han llegado a condensarse por diferentes motivos, como la
falta de disciplina, de estructuración, de emprendimiento, de financiación o de
sostenibilidad. Los versados hablan de una escala de desarrollo: Idea,
exploración, descubrimiento, consolidación, crecimiento y sustentabilidad.
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