PRÓLOGO
He comenzado tarde este recorrido por las “21 cosas que
debes guardar para después del 21 de diciembre”, fecha en la cual el famoso, y
además acertadísimo calendario maya, muestra claramente un FIN DE CICLO.
Quizá nuestros científicos, astrólogos, astrónomos citadinos
nunca descubrieron lo que los aborígenes si, un punto de inflexión cronológica planetaria,
un corte tiempo-espacio, la variación de la anomalía media de traslación-rotación,
un acontecimiento concreto del sol para esas fechas.
¿Quizá algo tan simple como la evolución y estados de las cosechas de maíz les
permitió a los mayas darse cuenta de un cambio de estadio, de un fin de ciclo
relacionado con las temperaturas?
Tal vez el 21 de diciembre el sol comienza a quemar areas de
la tierra por meses o semanas, y entonces tendremos que observar o ser partícipes de
inmensas hordas de seres huyendo en contra del sentido de rotación.
Está claro que el sistema solar no se va a desplomar como
efecto de la gravedad, ni a descompensar en gran magnitud, porque simplemente se
trata de una inconmensurable fuerza magnética que durará lo que nuestra mente
ni sabiduría terrestre puede calcular. El asunto está en que resulta muy
extraño que el planeta tierra, esa pequeña bola de 510 millones de Km2 , sea el único con tantos organismos vivos entre por lo menos 8 planetas, sin contar otros objetos astronómicos, más la estrella circundada.
Por tanto, ¿qué importancia o relevancia universal tendría en
el sistema solar el que un breve sobrecalentamiento o llamarada tueste nuestra
vegetación y esperanzas en 24 horas que dura un giro terrestre?
Pero no se alarmen, siempre aparecerán ideas manadas de este
increíble ser humano para comunicarles y hacer más leve la desesperanza, y preponderar
la dicha frente a la tragedia. Deberíamos tener claro lo siguiente, si tan
magnánimos y pensadores nos creemos: “todo es un proceso” y somos simplemente
un punto en dicho proceso. “Naces, creces, algunos se reproducen, mueres”. Lo
más inanimado es lo que más dura, como las piedras, como la arena, que componen
otros planetas. Entre más bello y orgánico más efímero.
Es una ecuación extremadamente fácil de resolver en nuestros
cerebros, pero absolutamente imposible de aceptar por nuestro corazón y
sentidos: somos transitorios.
Te comes un rico helado en cinco minutos, al cabo de pocas
horas ya lo has olvidado. Te apasiona salir a bailar esta noche, y te pones bello
para dicho evento social, llegas, cenas, te diviertes, te la pasas
extraordinariamente, y en seis horas estás en casa descansando, al amanecer un
nuevo día comienza. “Todo comienza y todo termina, y gracias a un ciclo
entramos en otro”. Quizá en el galanteo de la fiesta se gestó una noche de
pasión y se creó una nueva vida, por ejemplo.
La palabra “eterno” no pertenece a la lógica universal
El amor es eterno, se dice,
pero dura lo que dura la existencia de cada uno. Podríamos admitir que el amor
también puede representarse de manera global en el interés común de sacar
adelante, entre todos, un planeta que se va desgastando (lo más parecido a
cuidar a un anciano). Sin embargo, este amor global colectivo desaparecerá de
facto del mundo racional y de toda lógica humana cuando nuestro Dios Sol lo determine.
Por ejemplo, el 20 del próximo diciembre.
Lo condenable de los ateos no es “no creer en un Dios” sino descuidar la creencia en el universo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario