Te llamo desde este amor fuerte y frágil, como una represa y como un puente que se mueve cuando te discuto. Fuerte como todo lo que deseo darte, como toda la fe que tengo en mi, como lo convencido que estoy de ser, como mi carne y mis huesos para nuestras soledades, como la fogata de la mirada cuando te conocí, plena de gruesos maderos. Frágil como el terreno donde no me conozco, como esas mañanas de malestar y desazón, frágil como mis nervios y mi carne desposeída de rigidez y de pasión. Fuerte como mi alma que te dijo ven, que impulsó mi voz a llamarte.
Te llamo no desde mis
soledades sino desde mis ternuras, para que vengas corriendo, aquí y ahora, en
este esplendido paisaje momentáneo llamado presente; mi carne, mi piel y mis
huesos son lo único que me atesoran en este llamado, por eso ven, ven ya,
posterga todo deseo adicional y ven a besarme.
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