A la espera de grandes amores, grandes revoluciones,
revoluciones del amor, revoluciones del cariño, en este universo de contrastes
que parecieran confabulados en mi contra. Sin embargo siguen llegando las emociones
en los rumores del amor, los sonidos de fiesta, las razones humanas para seguir.
A la espera de grandes días, duraderos y placenteros, van transcurriendo días
con altos contenidos de tedio, en donde al mirar el horizonte solo una capa de
niebla pesada persiste.
Las luces y las sombras vienen y se van desde la mañana
hasta el anochecer en una charla simple con la vida en donde no hay
protagonistas cerca, en esta inmensa cercanía conmigo mismo queriendo ser el
protagonista. Los sonidos son el martillar de la existencia de los seres que me
rodean, como insomnes almas cada cual en su camino independiente.
Tomo el lápiz y las historias son múltiples y cada una
tan inmensa, literatura a raudales corre por mi lateral, calca en mi cerebro el ansia
perenne del “yo” escritor, me lleva por un sendero devorador de tiempo, siempre
en ese camino letárgico de mi eternizada espera.
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