20 de abril de 2010

Llama

El calor de tu llama suma Cien fuegos letales. Yo me quedo en el azul, el azul tibio foco del aliento que se me ha despertado… que se ha levantado justo medio segundo después de verte. Los lazos que tu boca extiende sobre mi dibujan sensaciones de manera prolongada y serena, o tal ves no tan serena. Tu cara me sirve para seguirte envuelto en la estela dulzona con la que me seducen tus espacios. Tu espalda y tu pecho sean lo mismo porque estoy en medio. Arróllame con tus párpados, elévame con tus pestañas y después duérmete en mi regazo, musa, mientras te recreo de manera cíclica e inflamable. Descansa en la sazón de mi aliento íntimo. Persignate que soy santo y te salvo. Guárdate que soy ángel y te aviso. Protégete en mucho mas que mis palabras, mis palabras contratos sin firmar para tu compañía. Navego, si, en el esmero de tu existencia. Mis manos pretenden moldear tus formas, tu piel, simiente de una táctil idea. Mis manos aunque lo parezcan no dominan tu espacio; remodelan tu tez buscando melodías del sentido que conllevas sin saber. Por eso te quiero quizá sin saberlo.
Tu forma solo me sirve para contemplarte, para sugerir tu linea estelar. Lo que quiero es tu aura, tu espacio, tu sensación de mujer, tu tiempo, tu exclusividad, tu olor y la materia oscura de tus cabellos.
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AlesG

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1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡¡Es tan hermoso...como tú y tu alma!!!